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En busca del Macondo de los Buendía

Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

Internacional

En busca del Macondo de los Buendía

En busca del Macondo de los Buendía

“En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz”

Si existe algún pueblo que todo amante de la literatura quisiera visitar es definitivamente el Macondo de los Buendía. Al oeste de Riohacha y al este de la Ciénaga grande, esta mágica población comenzó como “una aldea de 20 casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”.

Fundada por José Arcadio Buendía, uno de los patriarcas de Cien años de soledad, fue el escenario de un siglo de soledad de siete generaciones de una familia, una guerra civil, decenas de amores, un par de milagros, asesinatos inexplicables y hasta de la llegada de la modernidad.

Y aunque Macondo no está en ningún mapa, un viajero imaginativo puede encontrarlo en el norte de Colombia, visitando las dos poblaciones que inspiraron su existencia: Aracataca y Riohacha.

Afortunadamente, como dijo Gabo, “Macondo no es un lugar, sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver y verlo como quiere”.

Aracataca, la cuna de Macondo

Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

Foto: Tim Buendía / Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

La expedición comienza en Aracataca, en el departamento de Magdalena, el pueblo natal del Premio Nobel y su principal inspiración. Es un pueblito soñoliento y tranquilo, en el que durante las horas de más calor la gente se sienta en la sombra, viendo pasar el mundo con infinita calma y disfrutando de un jugo fresco.

Al igual que en el Macondo de la novela, ahí se encuentra la infame zona bananera, la estación del tren, el camellón de los almendros polvorientos, el edificio de la United Fruit Company y la casa del telegrafista.

Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

Foto: Tim Buendía /Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

También está la Casa-Museo Gabriel García Márquez, antigua vivienda de los abuelos maternos del escritor. Además de su característico estilo caribeño y su contenido museográfico, sus paredes están decoradas con pasajes de la obra y las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. Al fondo de la construcción se encuentra un frondoso castaño en el que casi se puede ver el fantasma de José Arcadio.

Otro de los grandes encantos del pueblo es la presencia de Gabo y sus historias en los rincones más inesperados. En un letrero de autobús, una escultura de Remedios la bella, un colorido mural, o el nombre de un hotel, Macondo existe en Aracataca.

Riohacha

Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

La siguiente visita es a Riohacha, a 250 kilómetros, y el corazón de la región Guajira: “la ciudad de arena y sal donde nació mi estirpe desde los tatarabuelos, donde mi abuela vio a la Virgen de los Remedios apagar el horno con un soplo helado cuando el pan estaba a punto de quemársele, donde mi abuelo hizo sus guerras y sufrió prisión por un delito de amor y donde fui concebido en la luna de miel de mis padres”.

Riohacha, al igual que Aracataca, es parte importante del universo ficcional de la novela, pues de ahí provienen tanto los antepasados de Gabo como los de los Buendía. “Nada se comía en casa que no estuviera sazonado en el caldo de las añoranzas: la malanga para la sopa tenía que ser de Riohacha, el maíz para las arepas del desayuno debía ser de Fonseca, los chivos eran criados con la sal de La Guajira y las tortugas y las langostas las llevaban vivas de Dibuya”. Incluso, ahí habitaba la tía ciega del escritor que inspiró la figura de Úrsula Iguarrán.

Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

Aracataca y Riohacha: el Macondo de García Marquez

En la realidad, esta pacífica población costera es una de las más antiguas de Latinoamérica. No es un destino particularmente visitado, por lo que aún mantiene su autenticidad y pintoresco, y no cuenta con gran infraestructura turística. Sus mayores atractivos son el muelle de su paseo marítimo, las coloridas bolsas y artesanías de los indígenas wayuu, el pequeño centro cultural, y una vez más, la casa del telegrafista, donde solía trabajar el padre de Márquez.

Al igual que Aracataca, Riohacha es un territorio empapado de magia, la cual sólo se revela a aquellos que saben observar más allá de lo evidente. En palabras del poeta serbio Dejan Stojanovic, “Márquez no nació en Colombia. Nació en Macondo, y su Macondo es su La Mancha”.

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