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Leyendas de la Ciudad de México para no dormir

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México

Leyendas de la Ciudad de México para no dormir

Leyendas de la Ciudad de México para no dormir

Un lugar con tanta historia como la capital del país, es natural que existan leyendas de la Ciudad de México que causan miedo.

En estas fechas de Día de Muertos, retomamos algunos episodios que añaden misterio a las calles de esta urge.

La Llorona, una de las leyendas de la Ciudad de México más famosas

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¿En verdad es La Llorona?

La Llorona es parte de la cultura mexicana. En 2013, la entonces asamblea legislativa la declaró Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México.

Hay antecedentes en la etapa de México-Tenochtitlán. Durante el virreinato, los habitantes de la capital de la Nueva España reportaron la aparición del fantasma de una mujer vestida de blanco que lanzaba una serie de lamentos mientras recorría las calles y la Plaza Mayor (actual Zócalo) hasta el lago de Texcoco. Al llegar allí, se desvanecía.

La leyenda de La Llorona sería sobre Doña Mercedes Santamaría. Ella era una hacendada que vivía en la Nueva España. Su marido viajaba constantemente a Europa para comerciar con telas, animales y alimentos que no se conseguían en América.

De su último viaje, habían transcurridos más de cuatro meses. Doña Mercedes no tenía noticias y sus amistades sugerían que se había quedado en España y allí se casó con otra mujer.

Entonces conoció a un joven de nombre Indalecio, quien la enamoró. Al poco tiempo, Doña Mercedes esperaba un hijo de su amante.

Dio a luz al bebé. Una noche, a los pocos días del nacimiento, regresó el marido de Doña Mercedes.

– ¡Abre Mercedes! Soy Agustín, dile a los criados que me dejen pasar.

Asustada y sin saber cómo explicaría que tenía un hijo de otro hombre, corrió hacia la cuna, tomó al niño entre sus brazos, lo sacó de ahí y huyó. Llegó a un río que se encontraba cerca de la hacienda.

Sumergió en el agua la cabeza de su hijo. Concluido el infanticidio, presa de la desesperación comenzó a gritar “¡Ay mi hijo!”.

No se sabe si después se suicidó o se volvió loca y terminó sus días en un manicomio. Así surgió una de las leyendas de la Ciudad de México.

La Planchada, condenada a hacer el bien para toda la eternidad

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Supuesta foto de La Planchada

Entre doctores, enfermeras y pacientes se cuentan que la han visto. Hay testimonios del personal en varios hospitales de la Ciudad de México y del resto del país que hablan de encontrarse con una enfermera de uniforme antiguo perfectamente planchado.

Según aseguran, nunca la habían visto antes y les llamaba la atención su gesto indiferente, frío y  bello. Los familiares de pacientes afirman que ayuda a los enfermos.

Una las leyendas de la Ciudad de México que habla sobre un fantasma que ayuda. Habría surgido a finales del siglo XIX en el Hospital de San Pablo de la capital del país.

Eulalia era una de las mejores enfermeras de ese sanatorio. Ponían un especial empeño en el cuidado de los pacientes. Era tan detallista que se notaba en su uniforme, impecable y perfectamente planchado.

Se enamoró de un doctor llamado Joaquín. Al poco tiempo de conocerse, comenzaron un noviazgo. Después, él le propuso matrimonio. Sin embargo, Eulalia se enteró por medio de un compañero que Joaquín había renunciado al hospital y que se había ido a vivir a otra ciudad ¡con su esposa!

Eulalia se deprimió a tal grado que dejó de atender a sus pacientes con el esmero que la caracterizaba. Incluso ella se descuidó y al poco tiempo se enfermó gravemente. Fue internada en el mismo Hospital Juárez pero murió. Así surgió una las leyendas de la Ciudad de México: La Planchada.

La gente cuenta que en compensación por no haber cuidado bien a los enfermos en sus últimos días, hoy se aparece para continuar su labor en diferentes hospitales.

El callejón del diablo, ¿le hace honor a su nombre?

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Se ve muy tranquilo pero…

Ubicado en la colonia Insurgentes Mixcoac, entre la Universidad y el Colegio Simón Bolívar. Es tan estrecho que apenas cabe un auto.

Existen dos versiones de esta que es una las leyendas de la Ciudad de México que no tienen un origen claro. La primera asegura un hombre no entendía por qué había miedo entre los vecinos para cruzar por el callejón por la noche. Esa persona se atrevió y durante su recorrido alcanzó a ver una sombra justo detrás de él.

Decidió acercarse para ver de quién se trata. Era un a un ser que se reía de una manera muy macabra. El hombre asegura que se trataba del Diablo. Según contó, al huir, los pies se hundían en el pavimento.

La segunda versión asegura que en esa colonia vivía un hombre llamado Julio. Era un abusivo usurero que murió en dicho callejón. No se sabe bien cómo ocurrió su muerte. Cuenta la leyenda que el Diablo se le apareció y se lo llevó al infierno para pagar por todos sus pecados.

El callejón del aguacate

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Por las noches adquiere un aspecto tenebroso

Su nombre no produce ningún miedo pero hay tres historias que ahora forman parte de las leyendas de la Ciudad de México sobre este callejón.

La primera es que allí vivía un militar que asesinó a un niño que le pedía jugar con él. Se cuenta que aquel hombre colgó al niño del árbol que está detrás de un altar de la Virgen María. Los vecinos aseguran que en ese sitio se escuchan gemidos e incluso han visto la cara del niño en la corteza del árbol. También advierten que se siente una presencia.

Otros aseguran que a medianoche, la Virgen del altar llora sangre.

La segunda versión cuenta que una familia que vivía allí jugaba a la ouija y un espíritu les advirtió que serían defraudados por un miembro de la casa. El padre terminó por matar a todos los que participaron en esa sesión y enterró los cuerpos en el jardín.

Amigos de la familia llamaron a la policía al no tener contacto con algunos de ellos. Al llegar a la residencia e investigar las desapariciones, los policías encontraron un cuerpo sin cabeza. La leyenda dice que la cabeza que nunca se encontró, ahora aparece colgada del árbol de aguacate que está en la esquina del callejón.

La última historia macabra relata que un auto atropelló a una niña de siete años. Mientras agonizaba,  el Diablo se apareció y le ofreció salvar su vida a cambio de su alma. La pequeña aceptó pero el ente se la llevó. En las madrugadas se escuchan los sollozos de la niña.

Para quienes quieran confirmar los hechos sobrenaturales que los vecinos dicen que allí se han visto, el Callejón del Aguacate se encuentra en el centro de Coyoacán cerca de la calle Francisco Sosa, en el barrio de Santa Catarina.

La leyenda de Don Juan Manuel, una las leyendas de la Ciudad de México más misteriosas

En la calle de República de Uruguay 94

Placa en la casa de Don Juan Manuel Solórzano

En lo que actualmente es la calle de República de Uruguay 94, hacia las 11:00 de la noche, se ve un misterioso hombre preguntando la hora. Si le contestas, te asesina.

La historia es conocida por Artemio de Valle Arizpe quien escribió sobre Don Juan Manuel Solórzano, un hombre que era muy cercano al virrey don Lópe Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta.

El virrey tuvo que salir de México, por acusaciones de corrupción. Entonces, Don Juan Manuel se resguardó en su casa en compañía de sus criados y su bella esposa, Doña Ana Porcel.

Con el pasar de los días, el esposo comenzó a padecer de celos cada vez más fuerte. Buscaba pruebas de infidelidad. Al no encontrarlas, acudió con un brujo que afirmaba revelar la identidad del amante de cónyuge.

El brujo le dijo a Don Juan Manuel que hiciera lo siguiente: salir de su casa a las 11 de la noche y al primer varón que viera, debía matarlo porque se trataba del amante de su esposa.

La noche siguiente, Don Juan Manuel se asomó a fuera de su casa y vio a un hombre a lo lejos que caminaba en la calle. Tomó una capa para cubrirse y salió como el brujo lo había solicitado. Se acercó al individuo y le preguntó: “¿Perdone que lo interrumpa en su camino señor, pero podría usted decirme qué hora es?

“Las 11” –le contestó, a lo que don Juan Manuel respondió: “Dichoso usted que sabe la hora de su muerte”.

Acto seguido le clavó un puñal en el corazón. Así comenzó una serie de asesinatos hasta que mató a un tío y un primo suyos.

Desesperado por no poder calmar sus celos enfermizos, Don Juan Manuel se confesó ante un sacerdote. Este le ordenó la siguiente penitencia: rezar el rosario al pie de la horca de la Plaza Mayor (Zócalo) a medianoche durante tres días seguidos.

En la primera noche de su penitencia, el asesino fue interrumpido por una voz de ultratumba que decía: “¡Un padre nuestro y un avemaría por el alma de don Juan Manuel Solórzano!” Inmediatamente fue a comentar lo sucedido con el sacerdote quien le indicó continuar con los rosarios.

Para la segunda noche, Don Juan Manuel tuvo una visión: fue testigo de su propio entierro. El asesino regresó con el cura rogándole que le otorgara el perdón. Este aceptó pero con la condición que terminara el rosario de esa noche.

Don Juan Manuel regresó. Nadie sabe qué pasó pero encontraron al penitente colgado de la horca. Esta fue una de las una las leyendas de la Ciudad de México más misteriosas.

Casa de la Tía Toña, peligroso acercarse

Casa de la tía Toña Bosque de Chapultepec

¿La visitarías de noche?

En medio de la tercera sección del Bosque de Chapultepec, allí comienza una de las tristes leyendas de la Ciudad de México.

Una mujer de avanzada edad, conocida como Tía Toña, construyó una mansión en ese lugar que se encontraba retirada de la ciudad.

Aunque la casa era muy grande, la Tía Toña era una mujer solitaria. No se le conocían familiares o amistades que vivieran con ella.

Con el fin de hacer una obra de caridad, comenzó a adoptar niños de la calle. Sin embargo, la idea no terminó bien.

Los afortunados chicos que invitaba a su casa, le robaban joyas, dinero y todo lo que pudieran llevarse.

Un día, Tía Toña no pudo más con la frustración y amargura. Comenzó a golpear a los niños hasta matarlos. Se dice que arrojó los cuerpos a una barranca cercana a la mansión.

Arrepentida por su arranque de ira, Tía Toña se encerró en aquella casa. Nadie la volvió a ver.

Desde entonces la mansión está abandonada. La gente que se ha acercado asegura que ha visto el fantasma de la mujer que arroja cosas a los intrusos y que vigila la propiedad desde una ventana.

También hay personas que al intentar acercarse, sienten una extraña presión sobre los hombros y tienen la sensación de ser visto fijamente.

Casa La Moira, la más embrujada de la Ciudad de México

Casa La Moira

Muy cerca de Circuito Interior y La Condesa

Por la zona de la casa de la Tía Toña, ocurrió otra de las leyendas de la Ciudad de México. En la primera sección de la colonia San Miguel Chapultepec se encuentra la Casa Moira.

Según cuenta la leyenda, en la casa entró un niño y al ver el cuerpo de otro niño colgado, salió huyendo.

Años después, decidió regresar a comprobar lo que había visto y nunca salió. Su familia lo encontró colgado en una de las habitaciones.

Cosas inexplicables han pasado en esa casa, como ruidos y sombras en las ventanas, cuando el lugar incluso estaba deshabitado.

Por eso, es considerado uno de los lugares embrujados en la Ciudad de México más terrorífico.

Durante algún tiempo, la casa se utilizó para hacer sesiones espiritistas, recorridos nocturnos y también hubo un centro cultural, sin embargo, ha quedado abandonada.

Casa de las Brujas, sustos en la Roma

Muy cerca de una plaza

Dicen que es una cara de bruja con sombreo

De las leyendas de la Ciudad de México que ocurrieron en la colonia Roma. En el edificio ubicado por la plaza Río de Janeiro y la calle Durango, vivía Pachita, una curandera que según algunos tenía un pacto con espíritus a los que solicitaba favores.

Pachita fue bastante famosa y la visitaban para que hiciera limpias e incluso se decía que hacía trasplantes o removía tumores.

Los que han vivido en el edificio aseguran que escuchan ruidos en los pasillos o han visto presencias inexplicables.

Cañitas, una las leyendas de la Ciudad de México que resultaron un fraude

Casa de Cañitas

Fue más el escándalo sobre la supuesta historia de terror

En la calle de Cañitas, por los rumbos de la Calzada México Tacuba, ocurrió esta historia llena de intrigas, mentiras y ambición.

Supuestamente, en aquel domicilio una chica llamada Norma Trejo contactó a su ex novio a través de la ouija.

En dicha sesión participaron sus hermanos Carlos- se volvió cazafantamas tras estos sucesos-, Jorge y Luis, Sofía Cacheux, y Emmanuel. Este último se convulsionó y con un tono diferente de voz dijo: “¡Nunca podrán parar lo que ustedes desataron!”

Días después de la sesión, en la casa comenzaron a ocurrir sucesos sobrenaturales como apariciones de fantasmas. También murieron bajo circunstancias extrañas los inquilinos del inmueble.

Uno de los fantasmas era de un monje satánico que volvía al plano terrenal cada diez años para matar a quienes vivieran en ese hogar.

Carlos Trejo, hermano de Norma, aseguró que encontró los restos de un antiguo cementerio de monjes debajo de la casa. Después, él afirmó que hizo un trato con el monje: publicar la historia de lo que ocurre ahí para que no lo matara.

Tras publicar el libro “Cañitas” el relato se convirtió en una de las leyendas de la Ciudad de México.  El texto generó dudas. No se pudieron comprobar del todo la validez de las pruebas que menciona Carlos Trejo.

Aunque con el tiempo se desmintieron las muertes de algunas personas que en el libro supuestamente ocurrieron bajo circunstancias extrañas. Tampoco se demostró que hubiera un cementerio de monjes.

Francisco Núñez, una de las personas que habría muerto en un accidente a causa de la maldición del monje, acudió a la presentación de la película de “Cañitas”, para demostrar las mentiras de Carlos Trejo.

De igual forma está demostrado que Sofía Cacheux, primera esposa de Carlos, quien también habría muerto por la maldición de Cañitas, en realidad falleció por SIDA.

Sin embargo, pese a lo fraudulento de la historia, la casa se volvió famoso y era visita por curiosos con la esperanza de ver algo fantasmagórico.

Metro, escenario de evento extraños…

Incluso de día da miedo

El metro es origen de muchas leyendas

En el Metro de la capital del país hay muchas cosas extrañas y raras, incluidos varios de sus usuarios.

A lo largo de sus 50 años de servicios se han generado algunas leyendas de la Ciudad de México.

En las estaciones La Raza, Tlatelolco, Viveros y Miguel Ángel de Quevedo (pertenecientes a la Línea 3) se reportaron ratas gigantes en las vías. Varios testigos, entre los que se cuentan vagabundos, empleados del metro y espeleólogos urbanos, rumoran haber visto una extraña figura deforme en los túneles que van de Tlatelolco a La Raza; otros han oído rugidos y chillidos en los túneles que van de Viveros a Miguel Ángel de Quevedo. Una leyenda urbana narra la historia de un “hombre rata” encontrado cerca de la estación Viveros.

Mientras que en las inmediaciones de la estación Boulevard Puerto Aéreo (Línea 1) se aparece el fantasma de una niña a usuarios que caminan por los túneles cuando estos se encuentran relativamente vacíos. La pequeña le pide a la gente jugar con ella, y de aceptar, la niña arroja el juguete, para horror de la víctima, descubren que es en realidad la cabeza de la pequeña. Otra variación dice que la niña pide que le amarren las agujetas, y al agacharse para hacerlo, se descubre que no tiene piernas y que ha desaparecido.

Por su parte, en la terminal El Rosario (Líneas 6 y 7) se cuenta la historia sobre un trabajador que fue perseguido por un ente extraño en las vías y al no encontrar forma de escapar se suicidó.

En el caso de la estación Iztapalapa (Línea 8), está justo al lado de un panteón. Testigos aseguran haber visto la presencia de fantasmas en los andenes y los túneles cercanos, así como haber oído gemidos, pasos y voces.

La bruja de Xáltocan, una mujer vampiro

Chinampa

No anden solos de noche en Xochimilco

Se cuenta desde tiempos de los aztecas que por Xochimilco hay brujas que se convierten en bolas de fuego y aparecen durante la madrugada recorriendo fugazmente los árboles de las chinampas, en los cerros de Xochitepec y Santiago Tepalcatlalpan, cerca del deportivo.

Este tipo de brujas se quitan las piernas, las dejan en forma de cruz y salen por las noches en busca de un recién nacido para succionar su sangre y así mantenerse con vida.

Una de las leyendas de la Ciudad de México sobre este tipo de entes cuenta que durante las fiestas de San Pedro Oztotepec, un grupo de mujeres y hombres regresaban a sus casas por la madrugada.

Cruzaron por el río hacia la Presa de San Lucas y se dirigían a la laguna de Xáltocan. Entonces escucharon un llanto fuerte que provenía de los árboles

Notaron que en las ramas de un árbol se encontraba una mujer que se encontraba atorada. Uno de ellos subió al árbol para bajarla. Al colocarla sobre el pasto, el grupo descubrió que a aquella mujer le faltaban la mitad de las piernas. Además, su rostro y cuerpo, estaban cubiertos de sangre.

La mujer se arrastró hacia el árbol para recoger una olla con sangre. Pidió a aquellas personas que la llevaran a su hogar pero al notar que se dedicaba a cosas de brujería, asustados, decidieron llevarla a la presidencia municipal.

Allí, un miembro de las autoridades le preguntó qué hacía por esos rumbos. Ella le contestó que se dedicaba a chupar la sangre a los bebés recién nacidos pero que en esa ocasión el amanecer le había ganado y por eso el poder de volar se le había terminado y se había quedado varada en lo alto de los árboles

La bruja suplicó que fueran por sus piernas que estaban en la cocina de su casa. Los hombres del pueblo fueron hasta la casa de aquella mujer. Allí, un hombre dijo ser su esposo. Quedó asombrado al ver que los visitantes pasaron a la cocina, donde encontraron las piernas colocadas en forma de cruz en las cenizas del brasero.

Acompañados del esposo, volvieron a la presidencia municipal, y con asombro vieron como la bruja retiró la ceniza que tenían los muñones de sus piernas y las unió a sus muslos.

La gente le preguntó al esposo que si no sabía lo que hacía su esposa. El hombre contestó que siempre le daba un sueño muy profundo todas las noches.  Cuando le enseñaron la olla con sangre, comentó: “¡Ah! con razón muy seguido me daba a comer moronga”. A lo que ella añadió: “Pues ahora, muy señor mío, ya sabe de dónde procede la sangre”.

La bruja de Xáltocan salió libre y huyó con su esposo porque el pueblo de Xochimilco la quería quemar.

Tlatelolco, el fantasma bailador

Plaza de las Tres Culturas

También dicen hay fantasmas que tocan los timbres de las casas

Este lugar que es un multifamiliar ha sido escenario de diferentes muertes. Desde tiempos de la conquista, hubo una matanza durante una ceremonia religiosa entre españoles y aztecas. También se recuerda por el mitin de estudiantes en 1968 o temblor de 1985.

Vecinos afirma que en el edificio Chihuahua, pasan fenómenos paranormales. Por ejemplo, durante las madrugadas, en la Plaza de las Tres Culturas se escuchan los pasos rítmicos de alguien que parece estar bailando. Algunas personas afirman que se trata del fantasma de un joven vestido de blanco quien realiza los bailes.

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