David caribeño vs. Goliat mexicano
República Dominicana, a ritmo de bachata y ron en mano, ha puesto en jaque al poderoso gigante mexicano del turismo. Esta tragicomedia revela, entre risas y verdades incómodas, cómo la pequeña isla logró seducir turistas y vencer obstáculos con astucia caribeña, mientras México se complica la existencia entre burocracia, inseguridad y maletas de viaje que terminan más gastadas que útiles.

Merengue vs. Mariachi: un duelo con chanclas y botas
Imagínese la escena: un David dominicano bailando merengue en chancletas, mientras el colosal Goliat mexicano trata de imponer respeto con botas de charro, sombrero gigante y exceso de equipaje cultural. República Dominicana, bajo el liderazgo del oportunamente llamado David Collado, logró recibir en 2024 casi un turista por habitante, una hazaña que hace sudar frío al gigante mexicano, que apenas llega a 0.35 turistas por ciudadano. Como bien dice el refrán mexicano: “No por mucho madrugar amanece más temprano”.

Números que hacen temblar al orgullo mexicano
México celebró con bombos y platillos sus ingresos turísticos por $32,956 millones, pero República Dominicana, más discreta pero más efectiva, incrementó en 48% sus llegadas aéreas respecto a 2019. Con un gasto promedio superior a $900 por turista, Dominicana hizo valer otro viejo refrán: “Más vale paso que dure y no trote que canse”. Mientras, México batalla para que sus turistas gasten más que un mochilero regateando artesanías en un mercado.

Todo incluido o la triste comedia del turismo mexicano
República Dominicana domina la fórmula del éxito con una simpleza brillante: sol, playa, tragos ilimitados y buffet eterno. México, en contraste, ofrece tantas experiencias que acaba por confundir al turista. Desde retiros espirituales en la selva hasta paseos en globo sobre ruinas mayas, México parece atrapado en la tragicomedia del turismo disperso: el que mucho abarca, poco aprieta.
Turistas fieles o el “poliamor turístico” mexicano
Dominicana se centra claramente en estadounidenses y canadienses: turistas fieles, constantes y poco complicados. México practica el poliamor turístico, tratando de conquistar simultáneamente al europeo exigente, al estadounidense en busca de tequila, al mochilero latino y hasta al viajero asiático. Resultado: Dominicana fideliza mercados clave con eficiencia, mientras México se pierde entre noviazgos efímeros con turistas que no siempre regresan.

Ironía pura: México también apuesta por Dominicana
Para colmo de ironía, México mismo invierte en hoteles dominicanos. En 2023, Dominicana captó US$1,182 millones en inversiones extranjeras turísticas, convirtiéndose en el consentido de cadenas internacionales, incluidas mexicanas. Mientras tanto, en México los inversionistas enfrentan burocracias interminables, trámites eternos y gobiernos que parecen jugar a ver quién cansa más rápido a los empresarios.
Anecdotario tragicómico: del sargazo al seguro COVID
Dominicana enfrentó con rapidez y humor desafíos como la pandemia y el sargazo, ofreciendo seguros COVID gratuitos y limpieza ágil de playas. México, en cambio, hizo del sargazo una novela larga y dramática, con políticos echándose culpas y empresarios desesperados pidiendo colaboración. Una tragicomedia digna de frase mexicana: “Mucho ruido y pocas nueces”.
Moraleja tragicómica: México, el gigante con pies de barro
¿Quién gana esta tragicómica batalla? México domina en cifras absolutas, pero Dominicana se lleva la victoria en eficacia y claridad. La ironía es evidente: México, gigante turístico, a menudo se pierde en inseguridad, descoordinación entre gobiernos e iniciativa privada, y burocracia digna de Kafka. Dominicana, con menos recursos pero más astucia, aprovecha cada oportunidad. Como dice el sabio refranero mexicano: “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Y en este caso, la corriente lleva bachata, ron y todo incluido.
Al final, ambos países ganan turistas, pero está claro que el pequeño David caribeño seguirá sacando sonrisas (y dolores de cabeza) al gran Goliat mexicano, al ritmo contagioso de bachata y tragos ilimitados. Y México, mientras tanto, que siga esperando colaboración efectiva, menos inseguridad y menos trámites para poder competir en igualdad de condiciones.
