El turista que lo tiene todo
Así viaja realmente el viajero premium en 2025
En un escenario turístico donde el gasto se vuele más prudente, las estancias más cortas y el consumo más flexible, hay un segmento que parece vivir en un ecosistema aparte: el viajero premium, ese turista que lo tiene todo y que, lejos de modificar su comportamiento ante la “recesión silenciosa”, continúa viajando con un propósito claro: sentirse atendido, sorprendido y completamente libre de preocupaciones.

Si el viajero masivo está redirigiendo parte de su gasto hacia supermercados, picnics frente al mar y experiencias low cost que privilegian la autonomía, el turista premium actúa bajo una lógica distinta. Para él, el precio casi nunca es un factor decisivo. Lo que sí es determinante: el tiempo, la comodidad y la calidad emocional de la experiencia.

Un viajero poco sensible al precio, pero extremadamente sensible al tiempo
El turista premium no viaja para “ver” un destino; viaja para vivirlo desde el confort absoluto.
En su mundo, el tiempo es el recurso más valioso, y todo lo que interfiera con su fluidez —esperas, trámites, filas, horarios rígidos— debe ser eliminado.
Es por eso que este segmento elige:
- Traslados privados o helicóptero
- Check-in acelerado o personalizado
- Itinerarios diseñados alrededor de su energía del día
- Concierge 24/7 que resuelva sin pedir explicaciones
- Restaurantes donde siempre hay una mesa disponible, sin importar la temporada
El lujo no está en la extravagancia; está en no tener que preocuparse por nada.
La libertad premium: que el mundo se adapte a ti
Mientras el viajero promedio busca libertad a través de la improvisación —un picnic, un sándwich comprado en una tienda local— el viajero premium busca libertad en el extremo opuesto: que el propio destino se adapte a sus deseos.
La autonomía premium no implica improvisación, sino sistemas invisibles:
- El chef preparando un platillo especial fuera de menú
- El guía abriendo antes de horario un espacio cultural
- El hotel organizando experiencias privadas a la medida
- El spa extendiendo horarios porque el huésped así lo desea

Es un lujo silencioso, sin ostentación, que consiste en tener acceso justo cuando el resto del mundo no puede.
Menos destinos, más profundidad
Otra característica de este segmento es su deseo de viajar menos, pero vivir más cada destino.
A diferencia del turista general que encadena 4 o 5 ciudades en un mismo viaje, el turista premium suele centrarse en 1 o 2 lugares y exprimirlos con experiencias íntimas:
- Vinos con enólogos locales
- Acceso backstage a museos o teatros
- Cenas privadas con chefs estrella
- Bienestar profundo: saunas, masajes, retiros personalizados
- Rutas en yate o experiencias naturales exclusivas
No busca cantidad: busca intensidad emocional y perfección operativa.
El lujo como inversión emocional
Para el turista premium, el dinero no compra estatus (al menos no públicamente). Compra:
- Tranquilidad
- Privacidad
- Exclusividad
- Significado
- Memorias que nadie más puede replicar
Mientras el resto del mercado ajusta presupuestos, el viajero premium invierte más en lo que le importa: el bienestar, la exclusividad discreta y las experiencias que lo reconectan consigo mismo.

Hoteles boutique sofisticados, resorts de lujo en zonas aisladas, lodges sostenibles de alto nivel, villas privadas con staff completo, retiros wellness y gastronomía de autor son sus ecosistemas naturales.
El lujo que viene: íntimo, fluido, emocional
Si algo define al turista premium 2025 es que no está buscando opulencia, sino una experiencia que se sienta hecha a la medida. Quiere sentirse visto, reconocido y comprendido.
Y ese deseo seguirá creciendo.
El lujo ya no es “caro”, sino cómodo, personalizado, humano y sin fricciones.
En un mundo turístico que cambia rápido, este segmento será clave. No por su tamaño, sino por su capacidad de marcar tendencia, sostener ingresos altos y presionar por mayor calidad en todo el sector.

Para quienes trabajan con él, la regla es simple:
si no hay detalle extraordinario, no hay lujo.


