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Entendiendo qué, cuándo y cómo fue la guerra de los pasteles

Guerra con Francia

México

Entendiendo qué, cuándo y cómo fue la guerra de los pasteles

Entendiendo qué, cuándo y cómo fue la guerra de los pasteles

Así por encimita, se escucha como un suceso divertido, y no podrás negar que la primera vez que la escuchaste, te imaginaste una guerra de los pasteles de forma textual.

Pero no tiene nada que ver con gluten, merengue o chantillí, en breve te voy a contar la historia de este conflicto armado entre México y Francia .

La primera intervención Francesa en México o Guerra de los Pasteles inició un 16 de abril de 1838, solo 17 años después de consumada la Independencia de México y fue el primer conflicto bélico entre México y Francia, países que suelen llevarse muy bien.

¿La causa aparente? una nimiedad, la muestra fiel de cómo un pretexto puede terminar en un combate con duración de casi un año.

Pintura

¿Qué ocasionó la Guerra de los pasteles?

La primera intervención francesa en México, también conocida como la guerra de los Pasteles se originó básicamente por reclamos políticos y económicos que el dueño de un restaurante presentó al gobierno de México a través del embajador de Francia en México, el barón Deffaudis.

Dicho personaje, conocido como Sr. Remontel, pedía la indemnización de 60mil pesos porque en 1832, oficiales del presidente Santa Anna que tuvieron una fiesta privada en su restaurante, se comieron unos pasteles en su local sin pagar y ocasionado destrozos.

Entonces el barón Deffaudis intervino, pero no obtuvo una respuesta satisfactoria y el problema se hizo más grande.

Por supuesto que este hecho no ameritaba el estallamiento de una guerra, pero Francia lo tomó de pretexto para aprovechar ciertas ventajas comerciales.

El verdadero motivo de la Guerra de los pasteles

¿Una pelea de casi un año por comerse unos pasteles y hacer unos cuantos desmanes en un restaurante? Por supuesto que no era motivo suficiente sino un pretexto que como dicen, traía cola. 

Lo que realmente sucedió fue en 1836 había finalizado la guerra de México con Texas y en 1836 (un 28 de diciembre, por cierto Día de los inocentes), España reconoció finalmente la independencia de México.

Este hecho eliminaba el problema de atacar un territorio reclamado por un país amigo. Para 1838, aún no se concertaba un tratado definitivo debido a que el ya mencionado representante francés, barón Antoine-Louis Deffaudis, no estaba de acuerdo con dos artículos del convenio.

Molesto y hasta indignado, Deffaudis abandonó su misión diplomática en México y regresó a Francia, pero solo se fue para prepararse, ya que unos meses después, en marzo, regresó, pero acompañado de diez barcos de guerra.

El gobierno francés reclamaba las fragatas Nereida, Gloria y Efigenia; la corbeta Criolla; las bombarderas Vulcano y Cíclope y los bergantines Coracero, Alcibiades y Eclipse.

batalla

El ultimátum

Antes de desatarse la Guerra de los pasteles, los atacantes franceses llegaron a la isla de Sacrificios en Veracruz, amenazando con invadir el territorio mexicano si México no cumplía las condiciones que Deffaudis plasmó en un ultimátum, que vencía el 15 de abril.

En dicho ultimatum, Deffaudis presentaba las reclamaciones de los súbditos franceses en México por los perjuicios sufridos en sus personas y propiedades durante los conflictos ocurridos en el país.

Pero el mandatario en ese momento, Anastasio Bustamante, se niega a hacer tratos con Deffaudis mientras hubiera fuerzas navales francesas frente a Veracruz, por lo que el comandante  Bazoche, bloquea todos los puertos del golfo.

Y así, incauta las naves mercantes mexicanas, comenzando un bloqueo a partir del 16 de abril de 1838, fecha en que se rompieron las relaciones entre ambas naciones.

Los franceses se enchilan

Los franceses ejercían una gran presión sobre los mexicanos al bloquear sus dos principales fuentes de ingresos fiscales, pero como México no movía ni un dedo, entonces desde Francia enviaron en octubre veinte barcos más al mando del contraalmirante Charles Baudin, veterano de las guerras napoleónicas.

Así que México le dijo a Francia Bájale dos rayitas y don Baudin se reunió en Xalapa con el Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores de México, don Luis G. Cuevas, para efectuar negociaciones.

Entonces, ambas partes se reunieron para celebrar un tratado de amistad, comercio y navegación en el que obviamente, los franceses saldrían beneficiados.

Santa Anna

Antonio López de Santa Anna

Combate armado

Para finalizar la Guerra de los pasteles, el tratado de amistad, comercio y navegación propuesto por los franceses determinaba que México debería pagar a Francia, en treinta días, 800 mil pesos, de ahí 600mil correspondían a la liquidación general de los daños sufridos por los franceses y 200mil por algo así como gastos de estacionamiento, lo correspondiente a una indemnización de los gastos de la flota francesa anclada en la costa mexicana.3

Y entonces México dijo: Están mal mis chavos, negándose a pagar esa cantidad. Así que Francia determinó que la conocerían por las malas y la flota francesa abrió fuego contra el fuerte de San Juan de Ulúa (batalla de San Juan de Ulúa) y el puerto de Veracruz el 21 de noviembre de 1838.

Ya ven que México casi no se enoja pero a esas alturas ya estaba con todo, así que el 30 de noviembre expidió un decreto el 30 de noviembre declaraba la guerra al rey de Francia, e inmediatamente Santa Anna inició la ofensiva contra los franceses.

Santa Anna llegó a Veracruz dispuesto a defender la ciudad, por su parte, Baudin ordenó que una columna de 1000 hombres con artillería desembarcara con el propósito de aprehender a Santa Anna y el 4 de diciembre consiguió desembarcar en Veracruz.

Y como nadie bajaba la guardia, Santa Anna reunió algunas fuerzas y entabló la lucha yendo con todo y con la premisa Que truene lo que tenga que tronar. 

Fue en esta batalla que Santa Anna perdió su pierna al ser herido por un cañón de los franceses.

tropas

¡Ya que se acabe esto!

Como los franceses se dieron cuenta de que la llevaban de gane al herir a Santa Anna, Baudin ordenó fuego contra la ciudad, por lo que Santa Anna dijo a sus tropas Vámonos de aquí y se resguardaron en Pocitos, a unos 5 km del puerto.

Y entonces, como era de esperarse, Estados Unidos entró al quite. El bloqueo dañaba gravemente a la economía mexicana y hacía que México dependiera del contrabando a través de Texas. Y el gobierno de Texas temiendo también ser bloqueado, capturó a los contrabandistas mexicanos.

Para el 6 de septiembre de 1837, Estados Unidos negociaba con Francia para que les enviaran un barco a reforzar el bloqueo contra México, a cambio de que los intereses de Texas no se perjudicaran.

Pero, los bloqueos de Francia también perjudicaban a otros países europeos para los que México era uno de los mercados más importante de América (¿verdad que la Guerra de los pasteles no era por pasteles?)

Y entonces, la marina británica destacó a la Flota de las Indias Occidentales, logrando que Francia suspendiera su agresión.

La pipa de la paz y un pastel para celebrar

Fue el inglés Richard Pakenham quien reunió a los representantes mexicanos Guadalupe Victoria y Eduardo Gorostiza con el contraalmirante Baudin el 9 de marzo de 1839 para ahora sí, firmar el tratado de paz que finalizaría la Guerra de los pasteles.

En el acuerdo (ya que), México se comprometía a pagar las indemnizaciones, un total de seiscientos mil pesos, pero no mantendría ninguna otra garantía exigidas para los extranjeros en el futuro.

Así que Francia dijo ¡Va!, quitando sus barcos invasores, devolviendo las naves indultadas y retirando oficialmente el bloqueo y no haciendo más pleito por la indemnización.

Y fue así como 11 meses después de iniciada, la Guerra de los pasteles terminó.

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