La sonrisa del check-in
Tragicomedia turística del “no vi nada, joven”
Acto I: El folleto que todo lo sabe (y nadie lee)
En cada lobby reluciente, entre el perfume a cítricos y el eco del elevador, aparece un cartel solemne: “Este establecimiento está adherido al Código de Conducta Nacional para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes en el Sector de los Viajes y el Turismo.”
Se toma la foto, se imprime la constancia, se sube al portal institucional y listo: el hotel ya “cumplió”.
Nadie pregunta cuántos empleados leyeron el manual.
Nadie mide cuántas denuncias se originaron tras la capacitación.
Y lo más irónico: el propio Código exige prevenir, detectar y denunciar.
PULL QUOTE:
El turismo mexicano perfeccionó una especialidad: la prevención simbólica. Se capacita, se firma y se olvida.

Acto II: La ruta del eclipse
Hay circuitos que no aparecen en ningún folleto, pero todos los locales conocen.
Comienza en un malecón, sigue por el barrio “auténtico” y termina en un bar con luces moradas y música en vivo.
Ahí se habla de “acompañantes”, “modelos”, “promotoras”.
Eufemismos que encubren lo que el Informe TIP 2025 llama por su nombre: explotación sexual comercial en zonas turísticas.
El turista extranjero llega con dólares, el local cierra los ojos, la policía pasa despacio.
Y todos, sin excepción, dicen lo mismo: “yo no vi nada, joven.”
CINTILLO:
En las ciudades donde el turismo es oxígeno, el silencio se convierte en moneda de cambio.
Acto III: El diplomado de la vista gorda
Los gobiernos locales organizan talleres sobre “turismo responsable” y entregan diplomas plastificados.
El PowerPoint incluye palabras como ética, inclusión y sostenibilidad.
Pero a la hora de la práctica, la denuncia es un riesgo político.
Cada quien se convierte en experto del “yo sólo rento, yo sólo llevo, yo sólo vendo.”
Las cifras, cuando existen, duelen: pocos reportes, menos sanciones, cero transparencia.
El Código de Conducta Nacional ha sido firmado por cientos de hoteles; sin embargo, los registros públicos de denuncias siguen vacíos.
¿De qué sirve un compromiso sin consecuencias?
PULL QUOTE:
En México se entrena más gente para detectar trata que para actuar cuando la detecta.

Intermedio: El expediente que tropieza
En el papel, México tiene una de las leyes más completas de América Latina: la Ley General contra la Trata de Personas.
También manuales judiciales, protocolos de investigación y mesas interinstitucionales.
Pero la realidad es menos cinematográfica: el expediente se pierde, el testigo se muda, la víctima se rinde.
Los jueces cambian de adscripción y los peritajes tardan meses.
Mientras tanto, los operadores turísticos siguen trabajando, los bares siguen abiertos y las campañas institucionales presumen “turismo seguro para todos”.
CINTILLO:
La justicia llega tarde, si es que llega; la temporada alta, esa sí, llega puntual.
Acto IV: La economía del silencio
Detrás de cada caso hay una red que se beneficia:
el chofer que “sólo traslada”, el guía que “sólo recomienda”, el bar que “sólo vende”, el hotel que “sólo hospeda”.
Todos cobran, nadie ve.
Y cuando un operativo irrumpe, los comunicados oficiales se llenan de promesas:
“Cero tolerancia”, “Cruzada por la infancia”, “Semana de sensibilización”.
A los tres días, todo vuelve a la normalidad.
El problema no es falta de leyes, sino exceso de complicidades.
PULL QUOTE:
En el turismo mexicano hay una verdad incómoda: todos saben quién, pero nadie dice dónde.

Acto V: El espejo y el huesped
El visitante llega buscando “experiencias auténticas”.
La ciudad lo recibe con mar, mezcal y misterio.
A veces, también con tragedias que se esconden tras la sonrisa del check-in.
El Estado crea campañas con slogans esperanzadores: “Viaja sin dañar”, “Turismo con valores”, “México protege a su niñez”.
Y sin embargo, el visitante curioso —ese que no calla— descubre una cadena hotelera que nunca reporta, una app de hospedaje sin controles, una discoteca con menores de edad y un reglamento que parece decorativo.
CINTILLO:
El turismo presume transformar vidas; el reto es que deje de destruir algunas.
Epílogo: cómo cambiar el guion
- De los diplomas a la denuncia. Cada curso debería generar métricas: llamadas, inspecciones, sanciones. Sin números, no hay política, sólo propaganda.
- Hoteles vigilantes. Verificación obligatoria de identidad y edad de acompañantes, protocolos de sospecha y canales seguros de alerta.
- Policía turística con dientes. Capacitaciones con poder de clausura inmediata y acompañamiento del DIF y Fiscalía.
- Inspección inteligente. Cruce de datos entre Registro Nacional de Turismo, plataformas de renta y giros nocturnos.
- Apoyo real a víctimas. Derivaciones inmediatas, traductores, asistencia médica y jurídica efectiva.
- Campañas honestas. No más carteles vacíos: mensajes directos sobre consecuencias penales, y cómo denunciar sin riesgo.
PULL QUOTE FINAL:
La verdadera marca país no se mide en visitantes, sino en víctimas invisibles.
La tragicomedia continúa
Porque mientras existan quienes lucran con la vulnerabilidad y quienes aplauden el crecimiento turístico sin mirar su costo humano,
esta tragicomedia seguirá en cartelera.
Y todos —gobierno, hoteleros, turistas y periodistas—
seguiremos representando el papel más triste:
el del espectador que aplaude sin ver.

