Fútbol y el surrealismo mexicano
¡Abran cancha y pásenle al taco, que México ya encontró cómo hacer del Mundial 2026 un bufet turístico-cultural con sabor a realismo mágico! Bienvenidos a ‘Hambre de Gol’, una iniciativa de la Secretaría de Turismo para demostrarle al mundo que aquí no solo se come fútbol… sino que también se mastica con salsa y se digiere con un poquito de inseguridad y tráfico eterno.
El plan: Mundial, garnachas y folklore en dosis industriales
La idea, en papel, suena maravillosa: un festival en el Campo Marte donde cocineras tradicionales, artesanos y artistas recibirán a los turistas con lo mejor de nuestra cultura. Es decir, lo que los extranjeros ven en películas de Disney cuando hablan de México: pirámides, mariachis y gente vestida de Frida Kahlo vendiendo calaveritas de azúcar.

Hasta ahí todo bien, pero mientras el gobierno le pone lentejuela y confeti al espectáculo, el turista que se desvíe del circuito oficial podría llevarse una experiencia mucho más “auténtica”:
Un asalto exprés en el Metro si decide moverse en transporte público (porque Uber se puso imposible con las tarifas dinámicas).
Una probadita de baches nivel “cráter lunar” si alquila un coche.
Y, claro, una dosis de adrenalina si se aventura por zonas donde el GPS se pone en modo “que Dios te acompañe”.
Pero no nos desviemos del guion.
¿Pueblos Mágicos o Escape Rooms de alto riesgo?
Otra estrella de este plan es la promoción de los ‘Pueblos Mágicos Mundialistas’, que buscan atraer a los turistas más allá de la típica postal de Cancún. La idea es hermosa: que el visitante europeo despierte en una cabañita en Oaxaca y no en una celda improvisada después de tomar un taxi pirata.

Claro, México tiene pueblos bellísimos, con historias fascinantes y paisajes que te roban el aliento (o la cartera, dependiendo la zona). Pero si la estrategia es meter a los turistas a destinos rurales sin garantizarles algo tan básico como conectividad o seguridad, bien podríamos llamar a esta campaña ‘Turismo Extremo 2026’.
La estadística del optimismo
En cifras oficiales, todo pinta increíble: más de 50 millones de turistas internacionales podrían llegar a México en 2026, porque el turismo es el nuevo oro negro, y si algo sabemos es que mientras haya extranjeros gastando dólares, podemos hacernos de la vista gorda con los problemas estructurales. No importa si en algunos destinos los locales ya no pueden pagar renta por la gentrificación o si la policía turística es más rápida en multar vendedores ambulantes que en frenar robos a plena luz del día.
“No todo es fútbol… también hay logística” (o al menos eso dicen)
Según el gobierno, la SEP, la Secretaría de Gobernación y hasta el IMSS ya están alineando estrategias para que el evento sea un éxito. Nos da tranquilidad saber que los mismos genios detrás del AIFA y los libros de texto gratuitos están al mando. Si todo sale bien, los turistas no solo se llevarán una buena experiencia, sino hasta una consulta médica gratis en el Seguro Popular (si logran entender cómo sacar cita antes de su vuelo de regreso).

El veredicto: ¿Una gran idea o una venta de espejitos gourmet?
Si todo sale bien, México logrará que el Mundial 2026 sea algo más que fútbol: una experiencia cultural, gastronómica y turística que nos catapulte a los primeros lugares del ranking mundial. Si sale mal, bueno… al menos podremos decir que ofrecimos algo único: una Copa del Mundo con sabor a pozole, adrenalina y un poquito de incertidumbre existencial. Como diría cualquier buen mexicano: ‘¡Así nos tocó vivir!’
