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Marinabús en Acapulco
Marinabús en Acapulco: la tragicomedia acuática del año
(Con la venia de Poseidón y patrocinado por la Semar)
Acto 1: La promesa (el folleto de fantasía)
Señoras y señores, prepárense porque Acapulco va a estrenar lo que ningún otro puerto latinoamericano se atrevió: ¡el primer transporte público acuático de América Latina, el Marinabús!
- Un catamarán hecho en casa por la Marina, para presumir soberanía marítima.
- $30 pesos por boleto, como si fuera microbús, pero con brisa marina y selfie garantizada.
- Rutas soñadas: Puerto Marqués ↔ Centro, con futuros tentáculos hacia Icacos, Caleta y Caletilla.
- Una inversión que suena a ópera de oro: $170 millones en terminal, $20 millones en muelle y, para rematar, un combo de $870 millones en “modernización portuaria”.
- Y todo esto, claro, para reactivar el turismo tras Otis y darle a Acapulco un aire de Dubái tropical.
En el folleto suena perfecto: bronceado incluido, movilidad de lujo, modernidad al alcance de la chancla.
Acto 2: La realidad (el mar de fondo)
Ahora respire hondo, porque aquí viene el tsunami de la verdad:
- Cierres por mar de fondo: 40 a 60 días al año, justo en temporada alta. O sea, compras tu boleto y lo que te toca es ver cómo el barco se queda amarrado, como político sin candidatura.
- Costo operativo: 80 pasajeros + 11 tripulantes = más personal que en un reality de TV Azteca. Ingreso máximo por viaje: $2,400 pesos. Ingreso real: quién sabe, porque a ver quién paga $30 diarios cuando el micro cobra $12.
- Movilidad fantasiosa: entre esperar, abordar y navegar, haces el mismo tiempo que en un taxi colectivo, pero con el riesgo de marearte gratis.
- Socialización de última hora: presentaron el proyecto cuando ya llevaba más del 50% construido. Los cooperativistas náuticos salieron de la reunión como si hubieran visto al Kraken.
- Adjudicaciones directas: $122 millones a una empresa ligada a Grupo Hycsa. Transparencia nivel: agua de mar con aceite de lancha.
- Perfil real del usuario: turistas que buscan tomarse la foto con el catamarán de fondo. El trabajador local seguirá sudando en el micro.
Acto 3: El riesgo del “elefante blanco acuático”
El Marinabús pinta para ser:
🚢 Un paseo bonito para TikTok.
🏝️ Un atractivo turístico más (si lo venden como tour con chela y botana).
💸 Un drenaje de dinero público si lo siguen presentando como “columna vertebral de movilidad”.
Lo que no será nunca: el transporte de los acapulqueños que van a la escuela o al trabajo.
Acto 4: La Marina y su astillero de juguete ⚓
Y claro, no podía faltar la gran protagonista: la Secretaría de Marina. Orgullosa de haber construido un catamarán en su astillero local, lo presenta como si fuera el Queen Mary 2 versión tropical. Pero la realidad es menos heroica:
- La Semar sabe de fragatas, de patrullas oceánicas y de custodiar mares… pero no de diseñar ferris urbanos turísticos.
- El prototipo parece más un experimento escolar que un sistema probado para oleajes caprichosos.
- A bordo, 11 tripulantes para 80 pasajeros: casi casi te toca un marino por familia, no por seguridad, sino porque alguien tiene que justificar la nómina.
- Y mientras presumen innovación, en los muelles locales los pescadores sueltan la carcajada: “¿Estos creen que un catamarán de astillero improvisado va a aguantar el mar de fondo de Acapulco?”.
Así, la Marina se apunta una medalla simbólica, pero corre el riesgo de estrenar no el “primer sistema acuático de Latinoamérica”, sino el primer barco turístico varado por exceso de entusiasmo patriótico.
Acto 5: La presidenta y el gran corte inaugural 🇲🇽✂️
Llegó el gran día: el 23 de agosto de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó la inauguración y abanderamiento del Marinabús, el nuevo sistema de transporte turístico operado por la Semar.
Entre lo poético y lo propagandístico, Sheinbaum lo presentó como más que un medio de movilidad, sino como un símbolo de reconstrucción, esperanza y futuro para Acapulco tras los devastadores huracanes Otis y John. “El puerto está vivo, fuerte y lleno de futuro”, dijo, con tono de epílogo inspirador.
El momento fue tan simbólico como visualmente festivo: cámaras grabando, aplausos escenográficos y un barco recién estrenado que, al menos en las fotos oficiales, luce como si fuera a surcar la bahía… aunque el mar de fondo lo decida de otra manera.
Epílogo: El que avisa no es traidor
El Marinabús es como ese hotel todo incluido que en el anuncio promete champagne francés y en la realidad te sirve Sidral Mundet: te venden un sueño y te entregan un “ya ni modo”
Acapulco merece transporte digno, moderno, eficiente… pero lo que recibe es un catamarán caro, frágil ante el oleaje y sospechoso en sus cuentas.
Porque la verdadera movilidad de un puerto no se mide en megaproyectos de relumbrón, sino en combis que funcionen, calles que no se inunden y servicios que duren más que la foto en la inauguración presidencial.
Así que ya inició operaciones el Marinabús en Acapulco, un barco para turistas disfrazado de transporte público… ¿y los acapulqueños? Ellos seguirán esperando el micro en la Costera, añorando el sabor sin igual de una Yoli bien fría.