Aerolíneas

China vs. Japón: cuando la geopolítica vacía los aviones

Publicado el

La advertencia de viaje de Pekín provoca casi medio millón de cancelaciones y pone bajo presión al turismo japonés justo cuando intentaba consolidar su recuperación.

Desde el 15 de noviembre, las aerolíneas chinas han registrado alrededor de 491.000 cancelaciones de boletos con destino a Japón, el equivalente a cerca del 32 % de todas las reservas en la ruta China–Japón.

No se trata de un ajuste estacional ni de una tendencia gradual: en uno de los días críticos, hubo 27 veces más cancelaciones que nuevas reservas, según datos de analistas citados por la prensa especializada.

El detonante inmediato fue una advertencia oficial del gobierno chino recomendando a sus ciudadanos evitar viajar a Japón “en el corto plazo”, alegando un deterioro del entorno de seguridad y riesgos para la integridad física de los viajeros. Varios ministerios chinos –incluidos Cultura y Turismo y Educación– reforzaron el mensaje con avisos dirigidos también a estudiantes y residentes.

De una frase en el Parlamento a un boicot turístico

El trasfondo es abiertamente político. Durante una sesión parlamentaria, la primera ministra japonesa Sanae Takaichi afirmó que un eventual ataque chino contra Taiwán podría constituir una “situación que amenace la supervivencia de Japón”, abriendo la puerta a una posible respuesta militar en el marco de la alianza con Estados Unidos. 

Pekín interpretó estas declaraciones como una ruptura de la tradicional ambigüedad japonesa sobre Taiwán y una injerencia directa en sus “asuntos internos”. La reacción fue rápida y en varios frentes: protestas diplomáticas, presencia reforzada de guardacostas en las islas Senkaku/Diaoyu y, como primera medida de presión económica visible, la advertencia de viaje que hoy está vaciando vuelos y afectando reservas hoteleras. 

Tokio, por su parte, ha protestado formalmente por la advertencia, calificándola de “contradictoria” con la realidad de seguridad en el país, y ha enviado a un alto funcionario de Exteriores a Pekín para tratar de rebajar la tensión.  Al mismo tiempo, Japón emitió su propia alerta de seguridad para ciudadanos japoneses en China, recomendando evitar aglomeraciones y extremar precauciones ante posibles manifestaciones o incidentes. 

Un golpe quirúrgico al corazón del turismo japonés

El turismo es uno de los motores visibles de la economía japonesa: representa alrededor del 7 % del PIB, según datos del World Travel & Tourism Council.  Dentro de ese pastel, China es el mercado emisor individual más importante, responsable de aproximadamente una quinta parte de todas las llegadas internacionales.  Solo entre enero y septiembre de 2025, Japón recibió unos 7,49 millones de visitantes chinos, más de un 40 % por encima del año anterior. 

Golpear ese flujo equivale a presionar en el punto más sensible. Nomura Research Institute estima que, si el boicot se mantiene, el impacto podría alcanzar 2,2 billones de yenes (unos 14.000 millones de dólares) al año en pérdida de ingresos turísticos.  No es casual que, tras el anuncio chino, las acciones de aerolíneas, cadenas hoteleras, minoristas y operadores de centros comerciales en Japón registraran caídas significativas en la bolsa de Tokio. 

En paralelo, al menos una decena de aerolíneas chinas –incluyendo las tres mayores– han ofrecido reembolsos completos o cambios sin penalización para vuelos a Japón reservados hasta finales de año, facilitando que el gesto político se traduzca en cancelaciones masivas. 

Más que un pleito bilateral: un aviso para otros destinos

Aunque hoy el epicentro es la relación China–Japón, el episodio lanza varios mensajes al resto de la industria turística global:
1. El turismo como instrumento de política exterior.
La advertencia de viaje se suma a otras ocasiones en las que China ha utilizado el turismo saliente como palanca de presión (Corea del Sur tras el despliegue del sistema THAAD, por ejemplo). El caso japonés confirma que las reservas pueden desaparecer de un día para otro cuando la geopolítica entra en escena.
2. Dependencia de un solo mercado.
La estructura de llegada de visitantes a Japón ya era un tema de debate entre economistas: una porción muy elevada concentrada en China y Hong Kong hace al destino vulnerable a shocks políticos o regulatorios en ese único país. La cifra de 491.000 boletos cancelados en menos de una semana es una demostración empírica de ese riesgo. 
3. Efecto cascada en toda la cadena de valor.
No solo sufren aerolíneas y hoteles. Comercios de tax free, outlets, parques temáticos, restaurantes, guías, transporte terrestre y hasta universidades –por el impacto potencial en estudiantes– quedan expuestos si el mensaje de “evita Japón” se prolonga. 

¿Qué mirar en las próximas semanas?

Para la industria turística, la gran pregunta no es solo cuántos boletos se han cancelado, sino cuánto durará el choque. Hay varios indicadores clave a seguir:
• El tono de las declaraciones públicas en Pekín y Tokio sobre Taiwán.
• La evolución de las conversaciones diplomáticas y si se emiten mensajes que permitan a China matizar o “relajar” la advertencia sin perder cara. 
• Los ajustes de capacidad aérea en rutas China–Japón más allá de diciembre.
• La capacidad de Japón para diversificar mercados emisores –por ejemplo, reforzando campañas en Sudeste Asiático, Europa o América– y acelerar el gasto de otros segmentos para compensar, al menos parcialmente, la caída china.

Por ahora, lo único claro es que una frase en el Parlamento japonés sobre la seguridad en el estrecho de Taiwán ha terminado provocando uno de los retrocesos más abruptos del año en la demanda turística hacia Japón. Y que, en un mundo donde el turismo internacional es cada vez más político, ninguna ruta puede darse por segura.

Te puede interesar

Salir de la versión móvil