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Booking.com ahora también quiere tu alma

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Booking.com ahora también quiere tu alma (y la de tu tarjeta de crédito)

Crónica tragicómica del día en que los hoteleros descubrieron que las comisiones no eran lo único que les podían quitar.

Introducción

Hubo un tiempo en que el enemigo de un hotelero eran los huéspedes que robaban toallas, el IVA, o el tío del sindicato que pedía “precio especial”. Hoy, el verdadero monstruo tiene nombre, logo azul y ahora… ¡tarjeta de crédito propia! Sí, Booking.com ha decidido que las comisiones que ya exprimen a los hoteles como jugo de limón no eran suficientes. Ahora, además, controlarán el flujo del dinero desde que el cliente sueña con el viaje… hasta mucho después de que se lleve las amenities del baño.

Acto 1: El sueño húmedo del intermediario

Un día, en una oficina holandesa, alguien dijo:
—¿Y si, en lugar de solo cobrarle comisión al hotel, también nos llevamos parte de la transacción financiera?
Y ahí nació la Genius Rewards Visa Signature®, la tarjeta que no solo premia al viajero por reservar, sino que fideliza al cliente… con la plataforma, no con el hotel.

Resultado: el huésped ya no recordará si durmió en un Marriott o en un “Hotel La Esperanza”. Recordará que “con su Booking Visa” le dieron puntos para su próximo viaje… que obviamente también reservará en Booking.

Acto 2: El hotelero, ese ser que paga por trabajar

Antes: el hotel recibía el pago directo del huésped.
Ahora: Booking cobra con su tarjeta, se queda con la comisión, con los beneficios del procesamiento y, de paso, captura todos los datos de compra y de comportamiento del cliente.
Mientras tanto, el hotelero sigue pagando luz, nómina, mantenimiento y hasta el café que el huésped nunca tomó… todo con un margen que ya parece dieta keto: inexistente.

Acto 3: El gran poder de la fidelidad (pero no la tuya)

La jugada es maestra: la tarjeta amarra al viajero al ecosistema Booking como si fuera Apple, pero en versión “hoteles y descuentos que parecen grandes, pero no lo son tanto”.
¿El hotel? Convertido en mero proveedor anónimo.
¿La marca hotelera? Reducida a nota al pie en un mail de confirmación.
¿La fidelidad? Dirigida a la plataforma.

Acto 4: El oligopolio sonríe

Si otras OTA’s como Expedia, Trip.com o incluso Google viajan por este mismo camino (y lo harán), tendremos un cartel digital que controlará:

  1. La visibilidad (quién aparece en las búsquedas).
  2. El precio (quién baja tarifas para no morir).
  3. El cobro (quién maneja el dinero del cliente).
  4. El acceso a los datos (quién sabe a quién, cuándo y cuánto vender).

¿Y el hotelero? Pues contento porque “se llenó el hotel” aunque haya ganado menos que el vendedor de cocos en la playa.

Acto 5: El espejismo de los beneficios

“Pero Jesús, es que con la tarjeta vamos a tener más reservas”, dirá el optimista. Sí, y con Uber Eats el restaurante vende más… pero termina pagando el 30% de comisión y el repartidor se lleva la propina.
En este modelo, el hotel gana ocupación, pero pierde control de precios, de relación directa y de datos. Es como invitar a tu suegra a casa y que acabe decidiendo qué muebles tiras.

Acto 6: El día que el huésped olvidó tu nombre

Con cada pago, la tarjeta le dice al viajero: “Fue Booking quien te dio este viaje, no el hotel”.
En la mente del cliente, el hotel es un actor secundario, el equivalente a la gasolinera donde repostaste para un gran viaje: necesaria, pero olvidable.
La fidelidad hotelera, esa que antes se construía con upgrades, detalles y trato personal, ahora se diluye en puntos y cashback que no salen de tu presupuesto… sino de tu margen.

Epílogo

La entrada de Booking al mundo financiero no es un paso, es una colonización. Quien controla la búsqueda, la reserva y el pago… controla el negocio. Y si mañana Booking decide ofrecer “financiamiento de vacaciones” a 12 meses sin intereses, el huésped se casará con la plataforma.
Mientras tanto, el hotelero seguirá discutiendo en la reunión de ventas si el desayuno americano debe incluir jugo o solo café.

La moraleja es sencilla: en un ecosistema así, cada vez que un huésped pague con su flamante Genius Rewards Visa, no solo estará abonando su estadía… estará pagando la próxima adquisición de Booking.com. Y tú, querido hotelero, serás uno de los inversionistas involuntarios.Y ojo: esta tarjeta aún no llega a México, pero ya sabes lo que dice el refrán… cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar

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