México

Leyendas y mitos de Tlaxcala: el oro de Carranza

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En la Ciudad de Tetla, Tlaxcala, hubo por mucho tiempo, rumores de que estaba escondido el “oro de Carranza”, refiriéndose a los lingotes de oro y monedas pertenecientes al tesoro de la nación. Este caudal surgió, según algunos lugareños, cuando Venustiano Carranza huía de Álvaro Obregón con todo un tesoro transportado en tren.

Al llegar a Apizaco el tren tuvo que detenerse, hecho que aprovecharon algunos vecinos para robar el botín cargado en cajas, mismas que ocultaron en las casas de Tetla, o enterraron en sus campos. Sin embargo, los hombres de Venustiano Carranza consiguieron descubrirlos y después de que hubiesen ocultado el tesoro, y maldecido a los que lo encontrasen, se desato una leyenda en torno al oro de Carranza.

Un día marchaba un pastor por el campo cuando se le perdió un ternero. En su búsqueda hallo una caja llena de monedas. Contento por el descubrimiento se introdujo todas las monedas que pudo en los bolsillos pero no podía cargar con todo.

Por ello se fue al pueblo y allí le dijo a sus vecinos que había una caja llena de monedas. Todos marcharon muy entusiasmados. Cuando llegaron al lugar vieron la caja, pero nada del tesoro. En vez de monedas había ceniza. Los vecinos, que ya se habían hecho ilusiones y que andaban fuera de si, se enfadaron de forma monumental, apaleando al pobre campesino hasta que estuvo muerto.

Paso el tiempo, y la gente fue olvidando el incidente. En la década de los treinta dos jóvenes andaban cerca de una barranca cuando sin querer dieron con una caja que se abrió mostrando un sinfín de monedas deslumbrantes. La feliz pareja tomo parte del tesoro. Al llegar a sus casas contaron la hazaña a sus familias quienes fueron juntas hasta el lugar donde habían encontrado dicha caja.

Pero la historia se repitió.

Allí no había más que una caja con cenizas. El padre de la chica entro en una extraña irritación. Acuso al chico de estar abusando de la joven. Por otro lado, el padre del novio se defendió con violencia. Ambos se mataron mutuamente. Así fue pasando el tiempo, surgieron otras historias de algunas personas que de pronto habían sido vistas con muchas riquezas. Tal es el caso de Susana.

De ella se dice que encontró parte del tesoro y que con él se dedicó a llevar una vida de lujos. Cuando le preguntaban, ella decía que el dinero era de su marido que se lo enviaba desde el extranjero. Pero un día apareció el marido y no parecía precisamente rico.

El hombre vio como vivía su mujer, que además se había unido a otro hombre. Sin embargo, Susana le dijo a su marido que se olvidase de ella, entonces el esposo, cegado por el dolor, mato al amante de Susana. Esta huyó, y de nuevo, otra desgracia por el oro de Carranza sucedía en Tlaxcala.

 

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