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Cosas que hacer en Brujas, el destino fantástico de Europa

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Sus canales, sus calles empedradas, sus preciosas fachadas y hasta ese ambiente un tanto campirano remiten al lugar común que refiere a Brujas como salido de un cuento de hadas.

Si bien, generalmente se ofrecen circuitos de un día por esta pequeña localidad, eso no quiere decir que haya poco que hacer en Brujas.

Y aunque fuera el caso, el encanto de su arquitectura medieval basta para querer permanecer contemplándola mucho tiempo.

Pero que nadie piense en Disney ni sus princesas, aquí hablamos más de una ciudad con un aire medieval, que evoca espadachines y caballeros.

Más allá del imaginario personal, lo cierto es que hay mucho que ver en Brujas y aquí te presentamos lo principal.

Ubicada a solo una hora de Bruselas, ésta es una comunidad que querrás visitar una y otra vez.

Grote Markt, punto de reunión que hay que visitar en Brujas

Plaza principal que hay que ver en Brujas, centro neurálgico de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Limita al norte con las antiguas casas gremiales medievales, con sus fachadas de colores y tejados a dos aguas, que albergan numerosas cafeterías.

En el lado este se observa el Palacio de la Provincia o Landhuis, un edificio neogótico que data del XIX, dedicado en su día al comercio de paños.

Por el centro de la plaza una escultura recuerda a los héroes Jan Breydel y Pieter De Koninck, que lucharon contra las tropas francesas en el siglo XIV.

Finalmente, en la parte sur, en el edificio de las Hallen, se eleva el Belfort o campanario de Brujas, con sus 83 metros de altura, el cual es visible desde cualquier punto de la ciudad.

Una visita a semejante altura es algo que hay que hacer en Brujas aunque la cola para entrar suele ser considerable.

Además, hay que subir 366 escalones de penitencia, pero merece la pena subir para ver la ciudad en miniatura.

Hoy en día sigue teniendo lugar en esta plaza un mercado local, que se celebra los miércoles por la mañana, con puestos de productos artesanales como quesos, embutidos, chocolate, flores.

Plaza Burg

La segunda de las plazas más importantes que hay que visitar en Brujas, en torno a las cuáles se articula toda la vida de la ciudad.

Se encuentra conectada a Grote Markt por la Breidelstraat y destaca por el contraste que mantienen sus fachadas grises con el dorado de los elementos que las decoran.

Antiguamente, fue una fortaleza amurallada, que con el paso del tiempo desempeñó una función civil y religiosa que dejó huella  en los edificios que la rodean.

Destacan, en este sentido, en la parte sur, el Stadhuis -ayuntamiento-, un edificio con una fachada espectacular, construido entre los siglos XIV y XV.

En el este se ubica el Brugse Vrije, el Palacio de Justicia, cuya fachada capta rápidamente la atención por sus llamativas estatuillas doradas.

También sobresale la Heilig-Bloedbasiliek o Basílica de la Santa Sangre, compuesta, en realidad, por dos iglesias (una en cada piso).

Se dice que allí se guarda una ampolla que, según cuentan, contiene algunas gotas de la sangre de Cristo: la reliquia se exhibe todos los días a las 14:00 horas.

El Muelle del Rosario

Este punto, por donde pasa el Dijver, uno de los canales más importantes de la ciudad, se ha vuelto de lo más instagrameable desde hace muchos años.

Y es que cualquiera puede fotografiar perfectamente su propia tarjeta postal de Brujas desde este punto.

En verano o en invierno, por la mañana o por la tarde, llueva o truene, tiene un poder de atracción mágico y siempre causa una profunda impresión.

Se ubica muy cerca del Parque Astrid y justo al lado del Ayuntamiento. Además, para los que pasean en barca por los canales de la ciudad, es una visita obligada.

Esto porque del Muelle del Rosario parten casi todas estas excursiones.

Sin duda una visita que hay que hacer en Brujas.

Begijnhof, lo que hay que visitar en Brujas

Declarados Patrimonio de la Humanidad, los Beaterios de Bélgica se construyeron en la época medieval para que las mujeres huérfanas o viudas tuvieran un digno hogar.

Y éste cercano al parque Minnewater resulta particularmente especial porque fue construido por la condesa de Flandes en 1245.

Hoy en día, todavía aloja monjas benedictinas que lo hacen verdaderamente místico.

También es posible visitar un pequeño museo donde se explica la historia y forma de vida de las beguinas.

La entrada al Begijnhof es gratuita lo que confirma que una visita es algo qué hay que hacer en Brujas.

Los canales de Brujas

Una de las mejores cosas que hacer en Brujas es apreciarla desde sus canales.

Estos paseos que ofrecen una vista diferente de la ciudad permiten entender porque llaman a Brujas la Venecia del Norte.

Desde distintos muelles de la ciudad salen pequeñas embarcaciones que navegan por el canal Dijver hasta el Lago del Amor.

Que pasan por el puente de piedra de San Bonifacio, y que van revelando algunas de las plazas y edificaciones principales.

Por ello realizar alguno de estos recorridos fluviales es algo que obligatoriamente hay que hacer en Brujas.

Belfort, la torre que hay que ver en Brujas

Se trata de un torreón gótico que data del siglo XIII y alcanza 83 metros de altura.

En su exterior destaca un reloj, cuyo mecanismo puede verse funcionando cuando se entra a este sitio.

Debido a su popularidad, los visitantes entran por tandas, lo que hace que se formen filas para entrar, pero merece la pena.

La vista de la Grote Markt y el resto de Brujas desde las alturas es increíble a pesar de que se aprecia a través de las rejas que protegen las ventanas.

La función del Belfort consistía, entre otras, en vigilar y prevenir a los ciudadanos de posibles incendios.

Además, era el lugar desde donde se leían los bandos públicos y las leyes que se promulgaban.

Museo interior

En el interior, alberga un museo dedicado a la historia del campanario, que incluye algunos objetos antiguos en su exposición.

La parte superior esconde el Tesoro, donde antiguamente se custodiaban los archivos de la ciudad.

El acceso se realiza a pie por una escalera de caracol muy estrecha, de 366 escalones.

A menudo, el campanario ha sido escenario de películas y series. Símbolo arquitectónico que hay que ver en Brujas.

El Museo Groeninge de Brujas

Una de las visitas que hay que hacer en Brujas es la del Groeningemuseum.

Originalmente una escuela de dibujo, el museo se fue formando gracias a sucesivas donaciones hasta configurar una amplia colección que recorre varios siglos de pintura belga.

Esto es desde el flamenco hasta el modernismo, pasando por corrientes artísticas como el realismo o el simbolismo.

Se tarda poco más de una hora en recorrer lo esencial de este inventario.

Vale la pena mirar algunas de sus principales obras, especialmente a las de los primitivos flamencos.

Igualmente destaca el políptico del llamado Maestro de la leyenda de Santa Úrsula (cuya identidad se desconoce).

También hay que detenerse frente a la inquietante obra del Juicio Final de El Bosco.

Además, encontraremos pinturas de otros artistas belgas como Paul Delvaux, Pieter Pourbus, Roger Raveel, Hugo van der Goes, Rogier van der Weyden o Magritte.

Finalmente, la zona de jardines y casitas de ladrillo que rodean el museo son un buen pretexto para dar un paseo.

Iglesia de Nuestra Señora

La Iglesia de Nuestra Señora (Onze-Lieve-Vrouwekerk) quizá no sea una de las más visitadas de Brujas, pero desde es una de las más interesantes.

Su importancia reside sobre todo en las obras de arte que alberga, como la Madonna de mármol de Miguel Ángel.

Igualmente, alberga las tumbas de Carlos el Temerario, Duque de Borgoña, y su hija María de Borgoña.

Están representados al estilo medieval: tumbados y con las manos entrelazadas (con un león y un perro a sus pies, como símbolos de la fuerza y la lealtad).

También podremos ver en el interior de la iglesia, junto al coro, los treinta emblemas de la famosa Orden del Toisón de Oro.

Presenta una arquitectura medieval, de estilo gótico y poco recargada, donde destaca la torre de ladrillo – la más alta de Brujas-, que se eleva más de 120 metros.

Actualmente, la Iglesia de Nuestra Señora se encuentra en restauración, pero es una de las visitas que hay que hacer en Brujas.

Museo Memling

Está ubicado en las antiguas instalaciones del Hospital de San Juan, justo frente a la Iglesia de Nuestra Señora.

Recibe su nombre gracias a que alberga seis obras de Hans Memling, distribuidas a lo largo de varias salas.

Sobresale, de estas, el Relicario de Santa Úrsula, reproducción en miniatura de una catedral donde se representan pasajes de la leyenda de esta santa.

Destaca, también por su arquitectura típicamente medieval: techos altos, amplitud de espacios y escasa ornamentación.

A lo largo de un recorrido por este lugar se puede apreciar lo que era la vida en un hospital medieval.

Hay piezas relacionadas con el ejercicio de la medicina, como camillas, muebles, pinturas o instrumental médico.

También se puede echar un vistazo a las habitaciones donde guardaban reposo los pacientes, a la iglesia gótica o al ático.

Finalmente, llama la atención una farmacia del siglo XVII que se esconde en una esquina junto al pequeño jardín de plantas medicinales.

Sin duda alguna por su valor histórico y belleza, éste es una visita que hay que hacer en Brujas.

Foto: Visit Bruges

Catedral de San Salvador

Es la iglesia más antigua de Brujas y su magnífico campanario forma parte del skyline de la ciudad.

Dicho templo tiene su origen en una primera capilla románica del siglo IX.

Sin embargo, la edificación que ha llegado hasta nuestros días se construyó entre los siglos XII y XV.

Está ubicada al sudoeste de Brujas, algo retirada del casco histórico, al final de la calle Steenstraat.

Destaca en su fachada la torre campanario, una mole cuadrada, rematada con gracia por cuatro pequeñas torretas que le aportan gracia y esbeltez.

Su interior resguarda muchas obras de arte que hay que ver en Brujas.

Asimismo, alberga un magnífico baptisterio que ocupa lo que fuera la capilla de San Jacobo, donde podrás ver murales impresionantes.

No obstante, lo más llamativo es la nave central con la extraordinaria sillería del coro.

La colección pictórica que luce en los muros de esta iglesia es sin duda uno de sus tesoros.

Además están las tumbas medievales y lápidas de las capillas laterales de la catedral y el magnífico órgano del siglo XVIII.

Foto: Visit Bruges

Plaza Van Eyck

Su nombre rinde homenaje al hijo pródigo de Brujas, el pintor flamenco Jan van Eyck.

Personaje que su bien no nació allí, hizo de la ciudad su residencia y taller.

Aquí se erigió una escultura de mármol que representaba al artista, que ahora se guarda dentro del patio de la Academia.

Dicha escultura fue esculpida por Hendrik Pickery.

En la plaza encontraremos también la antigua casa de Van Eyck, que actualmente es un centro de información a visitantes.

La plaza tiene mucho ambiente, está rodeada de tiendas y cafés, y nos ofrece una de las panorámicas más bellas, por eso es una visita que hay que hacer en Brujas.

Brugse Vrije

Esta llamativa casa señorial data del siglo XVIII y era el antiguo Palacio de la Libertad de Brujas.

Fue reconvertido tras las Revolución Francesa en Palacio de Justicia.

Su fachada con estatuillas doradas y ventanales rojos es un ejemplo de Barroco temprano que hay que ver en Brujas.

Aquí se custodian actualmente los archivos municipales, por lo que es un buen lugar para conocer la historia de la ciudad.

Sin embargo, el mayor atractivo es su Salón Renacentista, que fue restaurado hace unos años para reproducir su aspecto original del siglo XVI.

En él destaca la monumental chimenea de mármol y alabastro, elaborada en 1531 y coronada por un friso tallado en roble que representa al emperador Carlos V.

Castillo de los Condes de Flandes

Es una de las fortalezas mejor conservadas de Europa.

Se erige sobre el río Lys, con un foso a su alrededor, lo que facilitaba la defensa y seguridad de los Condes de Flandes que los habitaban.

Comenzó a construirse en el siglo IX y sufrió sucesivas ampliaciones.

Llegó a funcionar como Casa de la Moneda y cárcel municipal. Después, fue reconvertido en fábrica textil.

Durante el siglo XX, el castillo tuvo que ser reconstruido en profundidad, cuando fue comprado por el gobierno de la ciudad.

Hoy, en su interior se pueden visitar las diferentes salas que lo componen, pero destaca especialmente la antigua Sala de Torturas.

Junto al castillo está la Plaza Sint-Veerleplein, donde se llevaban a cabo las ejecuciones públicas.

La Torre del Homenaje ofrece una hermosa vista de Gante, por ello es una visita que hay que hacer en Brujas.

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