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La leyenda de la Carreta de la Bruja

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Ha pasado mucho tiempo desde que el pueblo de San José, en Costa Rica, ya no tiene tranquilidad por las noches. Todo empezó con el temor incontrolable que invadía a los habitantes por la presencia de una bruja en el pueblo que a pesar de estar ausente, no dejaba tener paz a San José. La leyenda de la Carreta de la Bruja nos cuenta que, por las noches, en la plaza central, el viento dejaba de circular, el cielo se nublaba y no había Luna ni estrellas que alumbraran el camino o lámpara que acabara con tan tétrica obscuridad. Se erizaba la piel de cualquiera al ver tan decadente figura humana que con sólo una mirada, doblegaba la vista de cualquier valiente.

La Carreta de la Bruja

La bruja vivía en una soledad extrema, que la llevó a obsesionarse con Salvador, un muchacho del pueblo que no correspondía sus sentimientos. Cegada por su capricho, la bruja lo condenó a ser su eterno compañero. Con el paso del tiempo, Salvador se volvió irreconocible, su cuerpo esbelto y fuerte, se volvió decrépito y sin vida; la alegría que lo caracterizaba se convirtió en indiferencia y la devoción a Dios la cambió por veneración a hechicera. Siendo un pueblo tan religioso, la bruja y él fueron rechazados por el cura, que sin importarle las razones, etiquetó al joven de hereje.

Tiempo después Salvador enfermó de gravedad y no había pócima o conjuro que frenaran su suplicio. En su lecho de muerte, el joven recordó su devoción a Dios y le suplicó a su amada consiguiera le dieran los santos oficios al morir. Tragándose su repudio a la religión, la bruja fue con el sacerdote para pedirle cumpliera el último deseo de Salvador pero el cura, erizado de coraje y olvidando el perdón de los pecados, se negó rotundamente ante la osada petición de un hereje.

La leyenda de la Carreta de la Bruja dice que hechicera sonrió forzadamente y viéndolo directo a los ojos, con esa mirada venida del infierno y ansiosa de venganza, le dijo: “por las buenas o por las malas, hoy o en una eternidad, se cumplirá el último deseo de Salvador. Escucha mis palabras, hombre de fe, que no descansaré y tú vivirás este suplicio”. La siguiente noche Salvador dejó este mundo y la bruja, desesperada por su infinito dolor preparó su carreta, puso en el vagón la caja con el cadáver y emprendió camino al templo.

Desde muy lejos de la iglesia se escuchaban claramente, los lamentos de la atormentada mujer que, entre lágrimas, maldecía. A pesar de la impresión, el cura  se aferró a su decisión y le negó la entrada a la bruja. Ella se detuvo, pero antes de irse, repitió su juramento con una voz diabólica que resonó por todos lados y desapareció entre la noche.

Desde aquella vez, cada noche que el viento deja de soplar, en medio de una obscuridad donde ni la Luna ni la mejor lámpara permiten ver el tétrico camino de San José, la piel de quien esté cerca se eriza porque se pueden escuchar las ruedas de una carreta que lleva el cuerpo de Salvador y la tétrica presencia de la bruja, prisioneros de su maldición, que van rumbo a la iglesia esperando que en esa visita termine ese agonizante suplicio.

¿Qué te pareció la leyenda de la carreta de la bruja? ¿Qué hubieras hecho si hubieras sido tú? Dinos tu opinión en la cuenta de Twitter: @TravelReportMx. Y para que te animes a visitar Costa Rica, conoce los mejores atractivos de ese país.

¡Buen viaje!

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