Tragicomedia
Pueblos Mágicos de México
Tianguis de Pueblos Mágicos: listón, aplauso… y la realidad que no se puede editar
México es insuperable para montar eventos. Si existiera un premio a la inauguración más entusiasta del año, el Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos 2025 en Hidalgo lo ganaría sin competencia. Ahí están todos: presidentes municipales, secretarias, directores, turoperadores, influencers que actúan como si hubieran descubierto el turismo y, por supuesto, las delegaciones completas. Gente que llega con ilusión, ganas y, en muchos casos, porque “hubo camión”, “hubo lista” o “hubo invitación”.
Unos vienen con experiencia acumulada; otros, en esa categoría tan mexicana que nunca falla: los acarreados, que aceptan el viaje porque tal vez sea su único paseo del año. Y entre ellos, lo más valioso: las artesanas, artesanos, cocineras y cocineros tradicionales, cuyo talento merece alfombra roja y que viajan con la esperanza sincera de que esta vez habrá reconocimiento real y no solo fotos de protocolo.
La inauguración parece final de telenovela: música, colores, discursos y cámaras. Pero —como diría la sabiduría popular mexicana— “no por mucho aplauso amanece promoción”. Y ahí empieza la tragicomedia.
I. La magia existe; la seguridad, no tanto
En los discursos nadie menciona el tema, pero todos lo saben: la inseguridad afecta a muchos Pueblos Mágicos. No es exageración; es la vida diaria. Hay calles que se evitan de noche, rutas que cambian “para no arriesgar”, turistas que preguntan “¿está tranquilo por aquí?” antes que “¿qué se come aquí?”, operadores que ajustan horarios y comunidades que conviven con el miedo como parte de la rutina.
Esta realidad nunca aparece en el video institucional, pero es uno de los principales motivos por los que varios destinos no despegan, por más magia que tengan.
II. La promoción turística: el personaje ausente
Aquí está el núcleo del problema: en México NO existe una estrategia real de promoción para los Pueblos Mágicos. No hay campañas nacionales, ni presencia internacional, ni esfuerzos sostenidos. Lo que existe es lo que puede pagar cada municipio, lo que publican las comunidades, lo que graban turistas y lo que circula por boca en boca.
Mientras tanto, en el Tianguis se repiten frases impecables:
“Nuestros Pueblos Mágicos están brillando como nunca.”
“Estamos impulsando su grandeza.”
Pero ese impulso, en la práctica, es más discurso que acción. Los pueblos brillan, sí… pero solos.
III. El Tianguis: la ilusión anual
Para artesanos, cocineras, cocineros y emprendedores, el Tianguis es un bálsamo: por fin se sienten vistos y reconocidos. Es su momento de aparecer en la foto y de compartir su trabajo. Pero el regreso al municipio es más sobrio: no hay promoción, no hay seguridad suficiente, no hay presupuesto real, no hay infraestructura, no hay continuidad, no hay estrategia… sí hay desplazamiento de pobladores, gentrificación silenciosa y pérdida de identidad, además de comunidades que sienten que la magia se está volviendo negocio… pero no para ellas.
Es como si México dijera: “Tres días de vitrina… y luego cada quien se defiende como pueda.”
IV. 177 Pueblos Mágicos… 177 necesidades urgentes
La cifra se presume con orgullo: 177 Pueblos Mágicos. Pero detrás del numerote hay carencias: muchos no tienen señalización moderna, varios carecen de iluminación adecuada, otros ofrecen servicios turísticos mínimos, muchos sobreviven entre temporadas muertas, algunos enfrentan inseguridad local y casi ninguno cuenta con promoción profesional y constante. La mayoría trabaja con presupuestos simbólicos.
No es crítica; es diagnóstico. Como dice el pueblo: “No hay magia que aguante sin apoyo.”
V. Conclusión: menos listón, más país
El Tianguis es hermoso, necesario y valioso. La intención es noble. El ambiente, alegre. Pero los Pueblos Mágicos necesitan mucho más que inauguraciones emotivas: seguridad real, promoción nacional e internacional, infraestructura sólida, presupuesto digno, continuidad administrativa, capacitación, participación comunitaria y proyectos medibles y sostenibles.
Porque —al final del día— el aplauso anima… pero no resuelve.
Hasta que promoción y seguridad acompañen a la magia, seguiremos viviendo esta tragicomedia nacional: acarreados al evento… pero abandonados en el territorio.
Mágicos, sí.
Y merecedores de mucho más.