Turismo y discapacidad: Manual para dummies
Prólogo
En México, la hotelería presume “inclusión” con la misma alegría con la que presume “vista al mar”: a gritos en la web, en silencio en el cuarto. Unos juran que son accesibles porque colocaron una barra; otros porque tienen una rampita que parece trampolín; y los más audaces colocaron el ícono de la silla de ruedas junto al jacarandoso “Kids Club”.
La realidad: la accesibilidad es un sistema, no un adorno. Es arquitectura, operación, capacitación, mantenimiento y, sobre todo, criterio uniforme. Lo demás es marketing con letra chiquita.
Acto I – El diccionario flexible de la palabra “accesible”
- Hotel A: “Baño accesible” = dos barras mal puestas y regadera con bordillo de 15 cm.
- Hotel B: “Habitación accesible” = puerta de 70 cm y cama king a 75 cm de altura (“para el lujo, joven”).
- Hotel C: “Áreas comunes accesibles” = lobby sí, alberca no; spa no; restaurante solo por escaleras “porque es concepto”.
Traducción: Cada quien inventa su estándar. Lo que para uno es accesible, para otro es “suerte si entra”.
La palabra seria:
- Anchos de puerta reales ≥ 90 cm de luz libre (no “85 pero empujando sí sale”).
- Giro en silla: claros 150 cm (círculo completo, no media luna entre buró y cortina).
- Pendientes de rampas: ≤ 8.33% (1:12), con descansos, pasamanos a 85–95 cm y superficies antideslizantes.
- Cama: 45–50 cm de altura desde piso a colchón.
- Alcances: controles, apagadores y chapas entre 90–120 cm; nada de termostatos en la estratósfera.
- Señalización: alta contraste, táctil donde proceda, y rutas claras (no tótems artísticos que confunden hasta a Google Maps).
Acto II – El baño de Schrödinger (existe y no existe a la vez)

La leyenda dice que “el baño está adaptado”. Entran las medidas:
- Ducha sin escalón, roll-in (claro 1.20×1.20 m mínimo útil), banca fija y móvil opcional, regadera manual con manguera.
- Barras: horizontales y bien ancladas (no cromadas de utilería), a 85–95 cm; junto al WC y en la ducha; espacio lateral para transferencias (80–90 cm).
- WC a 45–48 cm de altura, con espacio frontal y lateral; descarga accesible.
- Lavabo con libre inferior a 70–75 cm, sifón protegido, grifería de palanca.
Acto III – La rampa instagramable
Rampa a 20% de pendiente, curva en S, terminada en un escalón final “muy chiquito”. Se festeja con moño inaugural.
Regla incómoda: rampa sin descanso ni pasamanos = pista de despegue. Si además desemboca en puerta pesada sin automatizar, tenemos CrossFit involuntario.
Acto IV – El elevador fantasma

Sí hay. En mantenimiento. Desde Semana Santa. De 2019.
Mínimos serios:
- Cabina que permita giro (≈ 140–150 cm), botonera a 90–120 cm, braille/alto relieve, anuncio sonoro y visual.
- Puertas automáticas con tiempo de apertura decente (no sprint olímpico).
- Ruta accesible hasta todas las áreas que se venden (si el rooftop se comercializa, el rooftop debe ser accesible).
Acto V – El buffet del pánico
Islas altas, pinzas pesadas, etiquetas a 6 puntos, café al fondo detrás de una grada “decorativa”.
Ajuste civilizado: al menos una isla baja (80–85 cm), circulación amplia, apoyo del staff sin infantilizar (“¿qué va a querer?” no es “¿qué no puede?”), menú con pictogramas y alérgenos legibles.
Acto VI – La habitación “accesible” que no se puede reservar (o te la quitan)
Se vende como categoría misteriosa. No aparece en la web, no tiene fotos con medidas, y al llegar: “se la asignamos a otra familia, venían con bebé”.
Reglas de respeto:
- Inventario claro y reservable por canal directo y OTA con fotos y planos acotados.
- Garantía de no reasignación (como una suite: se respeta).
- Bloqueo de proximidad a elevador/salida accesible sin condenar al ruido del cuarto de máquinas.
- Política de early check-in razonada (el margen operativo no debe penalizar a quien necesita la única habitación utilizable).
Acto VII – Emergencias: el silencio ensordecedor
Simulacros con altavoces… ¿y señales visuales? ¿Zonas de refugio? ¿Plan de evacuación asistida con staff entrenado?
Mínimos adultos: alarmas luminosas y audibles, zonas de espera protegidas, protocolos para apoyos no invasivos, capacitación con escenarios reales (no powerpoints con clipart).
Acto VIII – El spa zen (si logras entrar)
Escalones “conceptuales”, cabinas minis, camillas altas; sauna con banca inaccesible; regadera “sensorial” con bordillo.
Solución sin drama: una cabina accesible real, camilla ajustable, pasillos ≥120 cm, ducha a ras, y circulación sin puertas estrechas.
Acto IX – Capacitación: el arte de ayudar sin estorbar
El personal quiere ayudar, pero no sabe cómo.
Entrenamiento básico serio:
- Preguntar antes de actuar (“¿cómo prefiere que le apoye?”).
- Lenguaje: ni héroes ni víctimas; personas.
- Procedimientos: check-in, rooming, maletas, buffet, alberca, evacuación.
- Mantenimiento: si una barra se afloja, se saca de inventario la habitación. Punto.
Acto X – Tecnología que sí suma
Web con alt-text, selector de habitaciones accesibles por tipo de apoyo (ducha a ras, barras, cama a 48 cm, etc.), chat que responda con medidas, no con poesía. QR en el cuarto con manual visual de uso (ducha, caja fuerte, termostato).
Intermedio (para hoteleros con prisa):

Checklist mínimo decente
- Fotos con medidas (puertas, cama, ducha, claros de giro).
- Puertas ≥90 cm; giros 150 cm en baño y habitación.
- Ducha sin bordillo, banca y teléfono de mano; barras ancladas a 85–95 cm.
- Cama 45–50 cm de altura; espacio lateral para transferir.
- Ruta accesible continua lobby-restaurante-alberca-spa-playa/rooftop.
- Elevador operativo con botonera accesible y señalización sensorial.
- Inventario reservable y no reasignable; política clara de early/late.
- Plan de emergencia con alarmas visuales y zonas de espera.
- Capacitación trimestral y bitácora de mantenimiento vinculada a la venta (si falla, no se vende).
Epílogo – El lobby de la honestidad
La accesibilidad en la hotelería mexicana no se resuelve con una “rampita de buena voluntad” ni con una barra solitaria. Se resuelve con criterios medibles, operación que no improvisa y respeto: a la reserva, al tiempo, a la dignidad.
El día que un hotel publique medidas verificables, permita reservar lo accesible, lo mantenga y capacite sin folclor, ese día dejará de temerle a las auditorías y podrá presumir algo más sólido que un ícono en la web: confianza.


